miércoles, 10 de noviembre de 2010

La inclusión a la educación regular avanza lentamente




En nueve planteles regulares con más de 1200 estudiantes ingresaron 19 personas con discapacidad. La falta de maestros capacitados, el gran número de estudiantes en cada aula son algunos de los impedimentos para una verdadera inclusión.





Lourdes Guillen, psicologa del colegio Manuel J. Calle by libertadmaf

En su aula de clases, Catherine, de 12 años, es tímida. No habla mucho y apenas se lleva con una de sus compañeras. Ella cursa el octavo de básica del colegio Manuel J. Calle y tiene discapacidad intelectual.

Su adaptación en un establecimiento educativo regular no es fácil. La falta de maestros capacitados para personalizar la malla curricular de la niña con aprendizaje lento y la poca preparación de sus compañeros de aula son algunos de los obstáculos por afrontar.

Ese plantel con más de 1200 estudiantes y 45 alumnos en cada aula, cumplió la disposición del Ministerio de Educación de priorizar el ingreso de personas con discapacidad a octavos de básica. Siete alumnos discapacitados ingresaron al plantel.

Juan Antonio es uno de ellos, tiene discapacidad visual total en uno de sus ojos. Es solitario y tímido. La psicóloga del colegio Lourdes Guillen, que sigue los procesos de aprendizaje de los jóvenes, cree que de a poco se adaptará al medio estudiantil.

Luego de matricularlos en el colegio, los maestros conocieron la situación de los estudiantes y modificaron su currículo de acuerdo a las necesidades de aprendizaje de los menores. Aunque la psicóloga reconoce la dificultad para hacerlo.

Los estudiantes están instalados en las primeras bancas de una de las 10 aulas de octavo de básica. Como una estrategia de aprendizaje y adaptación, todos están ubicados en diferentes paralelos.

Catherine aun teme a pequeños animales invertebrados como las arañas y que le alcen la voz. Pero sus progresos académicos y de sociabilización son importantes.




Prioridad
En Cuenca, 19 alumnos con diferentes tipos de discapacidad, se matricularon en uno de los nueve planteles educativos con más de 1200 estudiantes, pese a que tuvieron prioridad para hacerlo. Esto de acuerdo con datos proporcionados por los Departamentos de Orientación Vocacional.




En algunos como el Benigno Malo, uno de los colegios fiscales más prestigiosos de Cuenca, no se presentaron personas con discapacidad entre los matriculados. Algo parecido sucedió en el colegio Octavio Cordero Palacios y el Febres Cordero.

Rocío Buestán, Jefa del Departamento de Inclusión de la Dirección de Educación del Azuay, insiste que pese a que la Constitución, el Código de la Niñez y el plan decenal de Educación, tratan el derecho de inclusión a la educación regular, la realidad es otra y no todos pueden hacerlo o por lo menos adaptarse fácilmente.

Rocio Buestán, Jefa del Departamento de Inclusión de la Dirección de Educación by libertadmaf

Los niños y jóvenes, por ejemplo, con discapacidad auditiva, requieren que sus maestros conozcan el lenguaje de señas para comunicarse. Igual ocurre con la discapacidad visual y en el caso de la física, que las instalaciones del colegio tengan acceso libre.

Algunos centros educativos, dice Buestán, asumen ese rol. El colegio César Andrade y Cordero, (no está incluido en los nueve planteles) inició las gestiones para construir rampas y adecuar su edificio para cumplir el precepto de inclusión.

“Es muy difícil la integración para niños con discapacidad auditiva si no se tiene partidas docentes para contratar traductores”. El único colegio regular especializado en este tipo de discapacidad, el Manuel Galarza, dejó este año lectivo de recibir a estudiantes por falta de presupuesto.

Pese a esto, 50 estudiantes, se incluyeron en este año lectivo en diferentes planteles educativos.

Discapacidad intelectual
Tampoco se puede hablar de inclusión si en cada aula hay más de 45 estudiantes. Entonces la educación se vuelve homogénea y queda poco para enseñar de manera personalizada, cree Gloria Sánchez, directora del Instituto Piloto de Integración del Azuay. Por eso dice que junto con la normativa se tienen que entregar todos los recursos necesarios para aplicarla.

En el Instituto trabaja con niños con discapacidad intelectual severa y con niños, con dificultades de aprendizaje, quienes pueden integrarse a la educación regular. El objetivo es que el menor número de alumnos estén en las escuelas especiales.

En este año lectivo, dos niños se preparan para volver a sus escuelas regulares.
Para lograrlo, dice Sánchez se trabaja de manera individualizada. En el aula se cuenta con 10 alumnos pero los profesores tienen 10 programas, se fijan objetivos de acuerdo a metas e intereses.

lunes, 1 de noviembre de 2010

La chola, la marca de Cuenca




La chola cuencana forma parte del patrimonio intangible de la ciudad. Les invitamos a ver un recuento de lo que significa ser Chola en la Cuenca de los Andes.





Julia Pilco, de 52 años, está orgullosa de ser una chola cuencana. En medio de la plaza de las flores, ella, con su pollera roja, con bordados de flores, su blusa de encaje y su pelo negro largo entrenzado provoca un ambiente tradicional al lugar.

La chola cuencana es la identidad de la ciudad, dice Julia, mientras delicadamente arregla su tradicional vestimenta, para que un par de turistas la fotografíen, luego mueve sus flores.

Hay una variedad de colores para las polleras, pero las representativas dice la mujer son las rojas, amarillas y verdes. Los zapatos también son especiales: las llamadas alpargatas, que poco se comercializan, y ella ya no las usa. El sombrero de paja toquilla y el chal, con un bordado del escudo del Ecuador, los dejó para momentos de gala.

En las estrechas calles empedradas del Centro Histórico de Cuenca, las cholas todas con sus trenzas negras caminan al ritmo que marcan sus polleras, pero ahora no son muchas. Las cuatro hijas de Julia, le pidieron hace algunos años, que dejara su vestimenta tradicional y se vista de “pantalón”. Ella se negó rotundamente.

“Yo la pollera nunca dejaría. Me dicen: ya mami con la pollera se ha de morir y yo me bromo, y dijo cuando me muera me tienen que poner la pollera más nueva que tenga, y la blusa más nueva”, ríe…


La Chola Cuencana

Este es un recuento de lo que significa ser una chola cuencana. Testimonios de Cholas, quienes no piensan dejar su vestimenta, pese a la presión que ejerce su alrededor y, muchas veces su familia.
El historiador Claudio Malo dice que la vestimenta de la chola cuencana, en la remota época de la Colonia, distinguía a las personas de su posición social. "Chola era indicador de un rango social inferior".